El martes 6 de febrero ocurrió el inesperado accidente a bordo de un helicóptero que piloteaba el ex mandatario Sebastián Piñera Echeñique, que provocó la muerte por inmersión de quien fuera dos veces Presidente de Chile. En la aeronave iban también su hermana Magdalena, Ignacio Guerrero, socio y amigo y su hijo, quienes saltaron cuando el helicóptero aun no tocaba el agua, lo que les permitió salvar con vida. El ex mandatario no corrió igual suerte, debía esperar a que los pasajeros abandonaran la nave y alejarse un poco para impedir que la máquina cayera sobre ellos, y esos segundos acabaron con su vida al no poder desabrochar su cinturón de seguridad a tiempo.
El viernes 9 se realizaron extensas ceremonias republicanas previas al funeral privado en el Parque del Recuerdo para despedir el cuerpo de un Presidente que tuvo dos periodos completamente opuestos en cuanto a resultados, gestión y objetivos. En el edificio del Ex-Congreso de Santiago hablaron personalidades del mundo político, donde los ex Presidentes Eduardo Frei y Michelle Bachelet dirigieron sentidas palabras a la familia Piñera Morel, y Gabriel Boric intentó una limpieza de imagen entregando un discurso republicano conciliador que no le conocíamos, aunque no pudo evitar hablar de “la dictadura”, los derechos humanos y otros términos propios del lenguaje y narrativa de la extrema izquierda. Aun así, en un momento se refirió a Sebastián Piñera como un demócrata que en todo momento respetó la Constitución y las leyes, términos que le están costando fuertes y ácidas críticas de sus pares, considerando que el actual Presidente fue parte de quienes intentaron derrocar al fallecido mandatario, no en una, sino en dos oportunidades. Durante su primer periodo demostró ser un excelente gestor para la economía chilena, sobrepasando a todos sus antecesores en crecimiento, desarrollo y estabilidad.
Además fue una persona con una marcada persistencia en todo lo que se proponía: El ejemplo del rescate de los 33 mineros en la Mina San José, a pesar de ir contra todos los pronósticos de expertos de Chile y el mundo, es una muestra clara de su fuerte tendencia a conseguir sus objetivos a cualquier costo, y esa persistencia logró lo imposible.
LAS SOMBRAS DE UN MANDATARIO
Esta inesperada partida deja heridos más allá de su propia familia y amigos. Sebastián Piñera no solamente dirigió los destinos de todos los chilenos hasta marzo del 2022. Él también era quien movía los hilos en lo que se conoce como la “Centro Derecha” chilena compuesta por la UDI, Renovación Nacional, Evopoli y una fracción de Republicanos. Era el gran estratega tras las decisiones que se tomaron a contar del 18 de octubre de 2019, decisiones a las que los timoneles de esos partidos obedecieron ciegamente.
Primero la Mesa por la Paz, un acuerdo para entregar Chile a la izquierda, con la única condición que la izquierda llamara a sus soldados a dejar la violencia a un lado. Esto significó el inicio de un loop constituyente que parecía no tener fin, y del que recién pudimos salir hace poco más de un mes. El egocentrismo de Piñera lo llevó a creer que Chile necesitaba una nueva Constitución y que esa Carta Magna debía ser escrita bajo su mandato, o al menos donde se le recordara a él como quien impuso la idea, aunque la Constitución solo sirviera a la izquierda más radical del país. Primero tenía que tener el sello de su nombre, sin importar a quien afectaba, incluso si fuera el futuro de todo Chile. Luego del Rechazo contundente con casi un 63% de los votos, fue Piñera quien apenas votó el 4 de septiembre de 2022, declaró a la prensa que Chile necesitaba una Nueva Constitución y, que si fracasaba la propuesta, había que llamar a un nuevo proceso.
El propio Sebastián Piñera estuvo tras la elaboración del plan para imponer el segundo proceso, planteando en otra entrevista que debía ser con un comité de expertos que desarrollara las bases y otro órgano convocado por la ciudadanía. Y así fue, se usó la fórmula planteada por Sebastián Piñera. Ese es el nivel de influencia que ejercía el ex mandatario incluso dentro de un Gobierno marxista como el de Gabriel Boric.
Por otro lado la paz no llegó luego de ese acuerdo del 15 de noviembre de 2019, por lo que se debía acudir a otros métodos para controlar la violencia en las calles de Chile. El Gobierno no respaldó a Carabineros de Chile y se acobardó al momento de declarar Estado de Excepción para convocar a las Fuerzas Armadas. Todo esto significó un grave deterioro social y económico en todo Chile, pero existió un elemento externo que fue la salvación de Sebastián Piñera: Se anuncia pandemia a nivel mundial y comienzan los encierros obligatorios, las restricciones a la movilización de las personas, el cierre del pequeño comercio y una serie de medidas extremas que aplacaron finalmente al octubrismo y sus filas de delincuentes.
Luego vinieron los retiros de tres “10%” consecutivos desde los fondos de las AFP para “ayudar” a las personas que no podían trabajar, lo que provocó a su vez un proceso inflacionario que se ha mantenido sostenidamente durante los últimos tres años, provocando un daño incalculable a la economía del país y especialmente a las familias chilenas que ven cada vez más reducido su presupuesto mensual con el encarecimiento del costo de la vida.
Tras todo esta debacle nacional llegaron las vacunas para que los niños pudieran regresar a clases luego de un año de encierro, y las empresas pudieran comenzar a trabajar bajo medidas restrictivas un poco más laxas. Piñera fue el gestor del arribo de millones de dosis que prometían salvar las vidas de las personas, actuando contra el temible Covid-19. La campaña mediática, el apoyo de la prensa y las cruentas imágenes que llegaban desde China con personas que caían muertas de un momento a otro debido al virus, contribuyeron al éxito de la inoculación prácticamente obligatoria de varias dosis a un 85% de los chilenos, transformándose nuestro país en uno de los que más dosis inyectó a los ciudadanos, aun cuando dichas “vacunas” no habían pasado por los procesos obligatorios de pruebas y certificación. De este modo, Sebastián Piñera junto a Paula Daza y Enrique Paris (Ministro de Salud), indujeron a los chilenos a vacunarse bajo amenazas de aislarlos del resto, incluso de sus parientes en caso de no aceptar estas vacunas.
Todo era válido para poder mantener el control de la población que en 2019 se había levantado contra el mundo político. Chile de este modo se transformó en el país más agresivo en su “lucha contra el Covid-19”, con las mayores restricciones y los mayores porcentajes de vacunación a nivel mundial, junto a Israel.
LA ORFANDAD DE CHILE VAMOS
Tras la muerte del estratega y financista de Chile Vamos, queda un importante espacio vacío en la política chilena, y los timoneles de la UDI (Javier Macaya), Renovación Nacional (Francisco Chahuán), Evopoli (Gloria Hutt) y gradualmente Republicanos con Agustín Squella o José Antonio Kast ya comienzan a sentirlo.
La ausencia de Piñera los obliga a buscar un nuevo liderazgo que parece no existir, rearticularse, o a separarse. Quien los dirigía ya no está y ahora deberán tomar decisiones por sí mismos, sin tener a un “padre” que les busque y brinde financiamiento, los aconseje y asesore.
No es posible vislumbrar a un verdadero lider en las figuras de Macaya, Chahuán, Hutt, Schalper, Ramírez o en cualquiera de las actuales figuras políticas de la centro-derecha. José Antonio Kast también perdió su base y con ello el liderazgo que venía levantando, y si miramos a los costados de las líneas que dibujó originalmente Sebastián Piñera, aparecen los apellidos de Desbordes por un lado, quien no tiene la capacidad, el carisma ni el apoyo para liderar ningún proyecto y por otro lado la mujer que queda sola en esta batalla: Evelyn Matthei.
Sin embargo Matthei está catalogada dentro de las bases de Chile Vamos como una persona poco confiable, que siempre cambiará su posición de acuerdo a lo que las encuestas marquen, y es muy probable que esa percepción hacia su persona se repita también en las cúpulas de los partidos, dado que ha sido bajada de la carrera en otras oportunidades debido a su bajo nivel de liderazgo real y capacidades limitadas en lo político.
Es muy probable que el agujero que dejó Sebastián Piñera en la centro-derecha sea imposible de volver a llenar. Se escuchan nombres como el de Andrónico Luksic, sin embargo él no está dispuesto a aparecer públicamente como cercano a la política, y eso lo descarta.
Por ahora, es más probable que los partidos de Chile Vamos comiencen a actuar por cuenta propia, aunque sigan emparejados en el Congreso, pero ya veremos por cuanto tiempo se mantendrá esa “amistad incondicional” que en el fondo era forzada por el propio Piñera.