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La decadencia moral de la Clase Política chilena El comportamiento de todos los sectores políticos durante las últimas décadas, ha demostrado con holgura la falta de ética y moral por parte de sus actores. Ningún sector político está en condiciones de declararse moralmente superior.

Columna de Sebastián Cristi

No es casualidad que el Ministro Secretario General de la Presidencia de Chile, Giorgio Jackson, haya hecho declaraciones destempladas contra los políticos que anteceden a su generación. En una transmisión vía Twitch junto a un conocido gamer, el ex diputado y ahora ministro del Gobierno de Gabriel Boric dio a conocer su posición frente a la “antigua política”, situando al Frente Amplio y sus componentes en un sitial de superioridad moral frente a las generaciones anteriores de políticos.

Esta actitud de Giorgio Jackson, si bien tiene sustento en cuanto al comportamiento general de la clase política en Chile durante las últimas décadas, terminan por instalar en la sociedad una verdad absoluta respecto de la decadencia moral general que rodea a los políticos, pero dista mucho de separar a unos de otros.

Giorgio Jackson en ningún caso podría convertirse en un ejemplo a seguir al momento de referirse a la moral que debe imperar en política, y esto es porque él mismo se ha visto frecuentemente involucrado en situaciones que moralmente son incompatibles con su propia definición de altura moral.

El ahora Ministro fue quien le decía a las personas que él donaba la mitad de su sueldo como diputado, resultando finalmente en la entrega del 50% de sus ingresos a su propio partido político, que luego eran utilizados para sus propias campañas de reelección. Posteriormente se abrió una nueva arista de fraude en la que él estaría involucrado, con el desvío de fondos de la campaña de Karina Oliva para ayudar a financiar la de Gabriel Boric en la primera vuelta presidencial del 2021.

De este modo, la supremacía moral auto inferida por Giorgio Jackson no es tal, y solo corresponde a un discurso político para intentar descolgarse del cuestionado comportamiento general de los políticos de la Concertación y de Chile Vamos.

Esta actitud de los jóvenes recién llegados a la política no es casual ni tampoco corresponde a una superioridad ética o moral real, en ningún caso. La sociedad chilena está siendo testigo de una decadencia moral sin parangón en nuestra historia por parte de una generación en la que no solamente se incluye a los políticos involucrados, sino a toda una generación que ha tomado esta línea de pensamiento, en la que si no piensas como yo, te cancelo.

La Cancelación del adversario político es parte de la estrategia de una izquierda que explota la intolerancia y pretende imponer una supremacía valórica en base a discursos y narrativas vacíos, sin sustancia alguna en ese sentido, pero apelando contantemente a las emociones para atraer adherentes a esta nueva “corriente moral”, aun cuando por definición, es absolutamente inmoral al obviar el comportamiento anti ético, la relatividad moral en que se incurre permanentemente justificando los actos para su sector y para el otro no,  y los fraudes en los que se ven permanentemente involucrados.

La no prescindencia del Gobierno, de cada Ministro, de alcaldes y otras autoridades oficialistas, de cara a la propaganda por el Apruebo para el plebiscito del 4 de septiembre, han convertido la moral en un valor muy cuestionable si se trata de los sectores progresistas, y a ello debemos sumar el nepotismo despiadado que ha azotado a las instituciones de manos del oficialismo mostrando a los ciudadanos que quienes decían haber llegado para eliminar las malas prácticas en política, resultaron ser tanto o más inmorales que los anteriores, o los de la “antigua política”.

El Gobierno actual no tiene altura moral para hablar de moral. El mismo Presidente Boric llegó al poder tras el uso de estrategias reñidas con la honestidad mínima y la vocación de servicio público exigible a un candidato a tan alto cargo. Entre la primera y segunda vuelta modificó por completo no solamente su apariencia, también utilizó mentiras descaradas que contradecían toda su historia política, de violencia y revolución, y se alineó con las instituciones que durante su carrera anterior pretendió derribar desde el Congreso.

De todos modos, esta estrategia fue facilitada ampliamente por los políticos de la camada anterior, que efectivamente fueron quienes iniciaron la escalada de corrupción y nepotismo al interior del Congreso, los últimos 6 Gobiernos que ha tenido Chile, el Poder Judicial y los propios partidos políticos de derecha e izquierda que no han tenido ningún asomo de ética al momento de actuar para enriquecerse y eternizarse en el poder.

Hoy ningún conglomerado o coalición está en condiciones de arrogarse una estatura moral mínima que les permita siquiera soñar con ser superiores a los demás. Cada político chileno, por acción u omisión, es cómplice de la actual decadencia política que ha convertido a nuestro país en una bola bamboleante y sin control, y que en cualquier momento puede terminar al fondo de un precipicio del que luego será muy difícil salir.

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