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La decadencia de Chile debido a una clase política egoísta y mezquina

Chile, una vez considerado un faro de estabilidad y progreso en América Latina, ha experimentado un declive notable en los últimos años, más específicamente a partir del 18 de octubre de 2019, cuando partidos de la izquierda comenzaron un proceso revolucionario para llegar al poder utilizando las siempre presentes carencias de la sociedad, especialmente en los sectores de menores ingresos.

Este declive no se debe a fuerzas externas o desastres naturales, sino más bien a la incapacidad de su clase política para responder a las necesidades y aspiraciones de sus electores. Hoy Chile es un país un país con más desigualdad, corrupción y un preocupante estancamiento económico, falta de inversión y precariedad de los empleos.

Desigualdad Rampante: El Costo Humano de la Avaricia Política

El lema de la izquierda chilena siempre ha rondado en torno al término “desigualdad económica”, y aunque hasta hace unos pocos años esto no era motivo de preocupación en gran parte de los chilenos, esta “desigualdad mpulsada por la propia izquierda tanto en La Moneda como en el Congreso, ha alcanzado proporciones alarmantes, con una brecha cada vez mayor entre los más ricos y los más pobres. Las políticas impulsadas por una clase política centrada en el beneficio propio han exacerbado esta disparidad, dejando a millones de chilenos luchando por salir adelante mientras unos pocos privilegiados, entre ellos los propios políticos, acumulan riqueza de manera desmesurada.

Al mismo tiempo aumenta el desempleo de forma alarmante, sin embargo el Gobierno de Gabriel Boric ha intentado ocultar esto a la opinión pública acudiendo a la fórmula socialista de la contratación de nuevos empleados públicos. A la fecha hay 130.000 nuevos empleados públicos en Chile, en solamente dos años y un mes de gestión del gobierno frenteamplista, aunque no se tiene certeza de dónde se encuentran ejerciendo sus labores estas personas que están significando un gasto de alrededor de $ 110.000.000.000 mensuales provenientes de los impuestos de aquellos que trabajan en el sector privado.

Acceso Limitado a Servicios Básicos

A medida que la clase política prioriza sus propios intereses, los servicios básicos, como la salud y la educación de calidad, se han vuelto cada vez más inaccesibles para la población. Los hospitales públicos están abrumados y desbordados, mientras que las escuelas carecen de recursos adecuados y paralelamente la enseñanza está en manos de profesores que imparten ideología en lugar de dedicarse a instruir a los jóvenes y niños.

La falta de inversión en el bienestar de los ciudadanos es un claro reflejo de la falta de empatía y compromiso de los líderes políticos.

Corrupción Endémica: El Cáncer que Carcome la Democracia

Cohecho y Soborno

La corrupción política ha penetrado profundamente en las estructuras de todas las instituciones del Estado chileno, minando la confianza pública en las instituciones democráticas. Los escándalos de cohecho y soborno son moneda corriente, con políticos que priorizan sus propios intereses financieros sobre el bienestar de la nación. Esta cultura de corrupción ha generado un clima de desconfianza y cinismo entre la población, socavando los cimientos de la democracia.

El cohecho no se da solamente en lo económico. Prueba de ellos es la reciente llegada de la militante comunista Karol Cariola a la testera de la Cámara de Diputados, junto a un errático Gaspar Rivas como vicepresidente, hecho ocurrido gracias a la intervención del Ministro Álvaro Elizalde (PS) en las negociaciones en las que evidentemente no se respetó la independencia de los poderes del Estado. Al mismo tiempo esa “negociación” demostró que en Chile los poderes políticos utilizan incluso la extorsión para mantenerse en el poder y tener mayores cuotas de influencia.

Un caso icónico acude a la mente al recordar el nombre del alcalde de Recoleta, Daniel Jadue. Se trata probablemente del caso más reciente de corrupción e impunidad permanente frente a casi una decena de hechos de corrupción que podrían tenerlo condenado a penas aflictivas desde hace años, y sin embargo hasta hoy circula libre y ejerciendo su cargo. Aunque hace 48 horas la PDI y la Fiscalía le impidieron salir hacia Venezuela por el peligro que representa una posible evasión de la sesión de formalización a la que estará sometido en mayor próximo, lo que es una buena señal que podría eventualmente indicar que esta vez la justicia chilena ya no tiene cómo seguir eludiendo su responsabilidad frente al militante comunista.

Todo sin embargo, esto no hace más que disminuir aun más la confianza de los chilenos en el mundo político.

Impunidad y Falta de Rendición de Cuentas

Una de las principales razones por las que la corrupción continúa prosperando en Chile es la impunidad de los culpables. Los políticos corruptos rara vez enfrentan consecuencias significativas por sus acciones, lo que perpetúa un ciclo de comportamiento indebido que se sostiene además en un Poder Judicial sometido a la clase política ¿Cómo puede ocurrir esto si se entiende que los poderes son independientes y autónomos? Sencillo, la carrera de los jueces depende de las decisiones de los políticos.

Y mientras tanto, una infinidad de casos de corrupción siguen abiertamente impunes, a pesar de las interrogantes que los chilenos no olvidamos. El caso “Convenios” (Fundaciones) que salpica a ministros de Estado, como Carlos Montes y el ex Ministro Giorgio Jackson, a parlamentarios como Catalina Pérez, y donde sin embargo solo se persigue penalmente a otros como Mauricio Ojeda por ser de oposición -aunque todos tienen una responsabilidad similar- e incluso a integrantes del Poder Judicial, de la Contraloría, del SII y de otras instituciones involucradas, demuestra que esta impunidad ni es un “accidente”, sino más bien el resultado de maniobras políticas para cuidar sus propias espaldas a pesar de los delitos cometidos contra todos los chilenos.

Por otro lado, la falta de rendición de cuentas claras, donde “Transparencia” definitivamente no funciona, socava la legitimidad del gobierno y aumenta la desconfianza en el estado de derecho.

Estancamiento Económico: El Costo de la Falta de Visión Política

Dependencia de Recursos Naturales

A pesar de su riqueza en recursos naturales, Chile ha fracasado en diversificar su economía y reducir su dependencia de sectores como la minería y la agricultura. Esta falta de visión estratégica por parte de la clase política ha dejado al país vulnerable a las fluctuaciones del mercado internacional y ha frenado sostenidamente su desarrollo a largo plazo.

Falta de Inversión en Innovación y Educación

Para impulsar un crecimiento económico sostenible, es crucial invertir en innovación y educación. Sin embargo, la clase política chilena ha descuidado estos sectores críticos, prefiriendo mantener el statu quo en lugar de impulsar el cambio y la transformación. Esta falta de visión y liderazgo ha dejado a Chile rezagado en la economía global, perdiendo oportunidades valiosas para el progreso.

Violencia y Inseguridad

La decadencia de Chile en el panorama mundial no tiene relación solamente con los aspectos económicos, de salud y educación. El aumento de la inseguridad en el país ha significado una creciente desconfianza de los chilenos hacia el Estado que ha sido incapaz de enfrentar con decisión el flagelo del narcotráfico y las bandas del crimen organizado.

Una de las consecuencias más devastadoras del crimen organizado en Chile es el aumento de la violencia y la inseguridad en las ciudades y localidades rurales, acompañado casi siempre por el creciente fenómeno de la inmigración ilegal que ha sido permitida y en algunos casos hasta incentivada por las autoridades políticas, permitiendo el ingreso de peligrosos delincuentes al país. Las disputas territoriales entre bandas rivales y la intimidación a la población civil han creado un clima de miedo y desconfianza, socavando el tejido social y obstaculizando el desarrollo económico en áreas vulnerables.

Corrupción y Captura Institucional

El crimen organizado no solo perpetúa la violencia en las calles, sino que también corroe las instituciones democráticas a través de la corrupción y la captura institucional. La infiltración de grupos criminales en organismos estatales y fuerzas de seguridad debilita la capacidad del Estado para combatir eficazmente el crimen, erosionando la confianza pública en las autoridades y socavando el estado de derecho.

Todos estos elementos han provocado una creciente falta de confianza de los chilenos en el Estado, en los políticos y en las instituciones en general, y al mismo tiempo entregan señales claras de la decadencia moral, ética, económica, social y política que está viviendo el país en manos de políticos que han perdido completamente el foco de lo que significa representar a los ciudadanos.

La decadencia de Chile no es un camino sin reversa, por ahora. Pero requiere un cambio significativo en la cultura política y en las prioridades del liderazgo. Para salir del estancamiento actual, Chile necesita líderes comprometidos con el bienestar de su pueblo, dispuestos a combatir la desigualdad, la corrupción y el estancamiento económico. Solo a través de un compromiso renovado con la justicia social, la transparencia y la innovación, Chile puede recuperar su posición como un líder en América Latina y ofrecer un futuro mejor para las generaciones venideras.

De continuar por el actual derrotero, al país no le quedará más futuro que someterse a futuros gobiernos totalitarios e incluso dictaduras, que llegarán de la mano de caudillos que prometerán resolver lo imposible.

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