Columna de Sebastián Cristi
Los resultados de ayer domingo no debieran ser para nadie una sorpresa. El En Contra superó con un 57,76% a la opción A Favor (44,24%).
Las lecturas posibles son varias, pero la principal, y que se repite en todos los análisis, es el hastío de la gente contra la clase política, que ha venido intentando instalar una nueva Constitución para Chile durante los últimos cuatro años. Dentro de esta tendencia, se encuentra una inevitable realidad: La ciudadanía ha extrapolado el rechazo a una nueva Constitución, transformándolo en un rechazo a los partidos políticos que han participado en este intento por modificar la institucionalidad del país, aun cuando ellos mismos, en diferentes momentos, han reconocido que la Constitución no es el problema.
La verdad irrefutable, es que los chilenos tenemos prioridades bastante bien definidas para el país, y estas siguen siendo las mismas que las de hace cuatro años atrás: Seguridad, Educación de calidad y libre de adoctrinamiento, salud pública digna y, pensiones razonables para la tercera edad. Estas prioridades han sido invisibilizadas por la clase política ¿Por qué?
La “visión” de los políticos
Los partidos de derecha e izquierda se vieron sometidos a un escrutinio popular en octubre de 2018, especialmente tras la marcha en la que participaron más de 700.000 personas en el centro de Santiago, y todas las demandas apuntaban a la responsabilidad que le cabe a todos los políticos en lo relacionado al abandono de las prioridades manifestadas por los chilenos. Y los políticos, en lugar de tomar estas demandas y comenzar a trabajar seriamente en ellas, decidieron coludirse e iniciar este “loop constituyente” que se cerró ayer domingo, con un nuevo rechazo al intento refundacional de Chile.
Ya lo habían intentado a partir del “Acuerdo por la Paz” celebrado entre todos los partidos, oficialistas y opositores en noviembre de 2019, instancia en la que decidieron que la forma en que se acabaría el descontento ciudadano, sería por medio de darle “al pueblo” algo en que distraerse: un proceso constituyente, en el que además los partidos políticos intentarían introducir algunas trampas para otorgarse a ellos mismos aun más poder, a pesar del poder irresponsable que se habían auto-adjudicado a partir de las reformas al sistema político planteadas por Michelle Bachelet en sus dos Gobiernos, y la aprobación transversal, tanto de la derecha como la izquierda en el Congreso.
La estrategia era clara: impedir que la sociedad civil tomara algún tipo de liderazgo real, haciéndoles creer que todo se enmarcaba en un proceso altamente democrático para resolver la problemática País, mientras los verdaderos encargados de ese rol en el Estado, se cruzaban de brazos durante cuatro largos años en los que, además de no legislar para resolver la demanda ciudadana, intentarían introducir puntos clave dentro de las dos propuestas constitucionales para asegurar el control total del Estado por sobre la ciudadanía. Algo que en democracia no es transable, y en esa línea fue la respuesta de los chilenos: En Contra.
Chile Vamos y su estrategia
Lo obrado por Renovación Nacional, la UDI y Evopoli, desde el “Acuerdo por la Paz”, ha demostrado a los chilenos que esa derecha que usufructuó de los favores del Gobierno militar, se transformó en una derecha oportunista, y con un claro acento marcado por el progresismo globalista que les proporcionaría más beneficios en el poder. No es fácil definir a las cúpulas de estos partidos, donde figuras como Francisco Chahuán (RN), Diego Schalper (RN), Javier Macaya (UDI), Guillermo Ramírez (UDI) -entre otros- comenzaron a correr convenientemente el cerco hacia la izquierda para sus tiendas, llegando incluso varios de ellos a auto-denominarse como centro-derecha, aun cuando luego de las diferentes negociaciones con la izquierda y la extrema izquierda, se vieron vinculados mucho más con la centro izquierda que con la centro derecha. No es fácil distinguir hoy a los políticos de esos tres partidos, con los del Partido Socialista o el PPD.
De hecho, la negociación de ese acuerdo en el que decidieron entregar la Constitución de Chile a cambio de salvar a sus partidos y sus escaños, responde directamente a la necesidad de los políticos por mantenerse en el poder, sin que interese en realidad el bien país. Sin este “favor” por parte de Chile Vamos, Gabriel Boric jamás hubiese llegado al Gobierno. Y es un hecho indesmentible que los tres partidos de Chile Vamos apostaron por esta presidencia, en lugar de apoyar la de José Antonio Kast, de un partido Republicano naciente en ese momento que iba adquiriendo una fuerza inesperada y muy preocupante para las cúpulas de la coalición. La forma de actuar de Francisco Chahuán y Javier Macaya cuando se tomaron el comando del Partido Republicano durante la segunda vuelta presidencial, para liderar la campaña, fue evidente, aunque es difícil entender por qué José Antonio Kast permitió esto sabiendo que le costaría la presidencial.
Chile Vamos no se quedó ahí. Renovación Nacional y la UDI siempre se han sentido los “representantes” de la derecha, y no les gusta la competencia, sobre todo si llega alguien con valores y principios de derecha reales, como lo fue en su momento la figura de José Antonio Kast y el nuevo partido que se estaba transformando en una fuerza importante en el espectro político chileno. Su estrategia interna siempre ha sido dejar disminuida la fuerza republicana, y tras este segundo proceso, iniciado y negociado por ellos con la izquierda, la extrema izquierda y con Gabriel Boric, jugaron nuevamente a ganador.
En el “Comité de Expertos” instalaron a los que realmente les importaban, más un republicano para dar la sensación pública de participación transversal donde todos estaban representados. En el Consejo, perdieron mientras Republicanos lograba elegir a 23 consejeros (22 finalmente tras la salida de uno de ellos). Y probablemente esto es lo mejor que le pudo haber pasado a Chile Vamos, porque tendrían a quien culpar en caso de que fracasara el proceso. Y de hecho, así fue: Hoy día, 18 de diciembre, Francisco Chahuán salió declarando que la responsabilidad frente a este fracaso es de Republicanos por haber sido “demasiado extremos” en la redacción de la propuesta. Esto es simplemente otra oportunidad de Renovación Nacional y la UDI para sacar del juego a Republicanos, y probablemente así ocurra.
La Estrategia de Republicanos
José Antonio Kast, Luis Silva y Cristián Araya fueron quienes cambiaron su postura frente a este proceso, luego de haber sido fuertes detractores del loop constituyente. Los tres declararon en diferentes oportunidades que una nueva Constitución no resuelve los problemas de la gente, pero el triunfo en el Consejo les abrió el apetito electoral con miras hacia las municipales del 2024 y las parlamentarias y presidenciales del 2025. De un momento a otro, y con la oportunidad en las manos, convirtieron el mandato que les dio más de 3,5 millones de votos, que decía “Republicanos y En Contra”, en una entrega hacia el Chilevamismo que ya los había traicionado el 2021, abrazando la idea de escribir “una nueva y mejor” Constitución e imponerla a los chilenos, a pesar de los 12 bordes.
La propuesta constitucional escondía fuertes ribetes globalistas (Cambio climático, pueblos originarios y otros), aunque Republicanos intentó constantemente minimizar sus efectos en el futuro de Chile. También conducía a un “Estado Social y Democrático de Derecho” con derechos progresivos, que significa literalmente el inicio del socialismo como sistema político para el país. Sin embargo Republicanos utilizó slogans y titulares para tratar de convencer a la gente que esos dos aspectos mencionados en el párrafo anterior no importaban, si a cambio la primera vivienda no pagaría contribuciones, o se crearía una policía fronteriza. Algo que definitivamente no convenció a la mayoría que no quiere vivir en un país socialista.
Así y todo, el A Favor consiguió un 44,24% de los votos ¿Por qué?
Son tres los elementos que les permitió conseguir esa alta votación:
El primero, más de dos mil millones de pesos invertidos por Republicanos y Chile Vamos en la campaña por esta opción. Vimos como éramos bombardeados constantemente en televisión, las radios y los medios de prensa, además de publicidad pagada en las redes sociales, en Twitter, Instagram, Youtube y TikTok diciéndonos que “era mejor”, aunque nunca entregando fundamentos jurídicos para justificar esos titulares.
El segundo, una estrategia de cancelación hacia influyentes de derecha que descubrieran públicamente la estrategia del partido, y así lo hicieron atacando con fiereza a figuras patriotas que han sido fundamentales en la batalla de las ideas contra la izquierda y el globalismo, como Vanessa Kaiser, Teresa Marinovic, Gonzalo de la Carrera y muchos otros, al mismo tiempo que invertían en espacios de comunicadores manipulables por dinero, como el caso de Checho Hirane en Radio Agricultura, o Patricia Maldonado en su canal de Youtube, o el canal Viva Chile, que fue brutal en los ataques contra quienes tuvieran la valentía de denunciar lo que realmente se escondió tras toda esta estrategia de los partidos.
El tercero, una militancia ciega que ha seguido a su lider sin importar cuánto cambie sus convicciones y principios. El José Antonio Kast que decía que los problemas no los resuelve una nueva Constitución, ahora les dijo que sí, que era “buena y mejor”, sin proporcionar argumentos sólidos para sostener algo así. El mismo José Antonio Kast inició una campaña que denominó “La Constitución de la Seguridad”, sabiendo que eso no es cierto, y sin embargo los militantes y simpatizantes republicanos decidieron que esto era lo mejor para el partido y para “la derecha”, cerrando los ojos a los aspectos globalistas y socialistas que envolvían al texto.
El cuarto, una ciudadanía cercana a las ideas de derecha, aunque completamente desconectada de la realidad política, y que gracias a slogans se compró el conjunto de estrategias y decisiones mencionados en los anteriores tres, administrados con frases de campaña potentes que prometían el paraíso en Chile a contar del 18 de diciembre, de aprobarse este segundo intento de los políticos.
Republicanos jugó mal sus cartas, a pesar de las múltiples advertencias que se les hizo llegar, y tras la vuelta de espalda que ya comenzó por parte de Chile Vamos, serán los principales perjudicados en la arena política de cara a su sobrevivencia y a las elecciones 2024 y 2025.
Cómo queda la izquierda
La izquierda chilena nuevamente fue vencida tras el resultado de ayer.
No pudieron instalar una nueva Constitución, y al mismo tiempo su voto en contra dejó doblemente votada a favor la Constitución vigente, “la de Pinochet”, como la llaman ellos. Un tremendo problema para la izquierda que, ahora demás no cuenta con los votos para hacer reformas sustanciales en el Congreso, ya que frente a las elecciones que vienen, están en minoría en el Congreso y Chile Vamos esta vez no se va a prestar para apoyar nada que la ciudadanía pueda castigar en las urnas.
Por otro lado, el Gobierno de Gabriel Boric se acaba de quedar sin programa de Gobierno. Ya no lo tenían, todo les ha sido rechazado, pero Boric contaba con una nueva Constitución para tener algo en qué trabajar durante los dos años de mandato que le quedan. Con los resultados del plebiscito, ha quedado exactamente igual que hace dos días: sin programa y fuertemente cuestionado por la ciudadanía por su pésima gestión, sometido al escrutinio público permanente al que inevitablemente la prensa va a tener que unirse esta vez.
Pacto Fiscal
Esta mañana Boric llamó a sus ministros a retomar el pacto fiscal y la reforma de pensiones, dos proyecto que han venido fracasando y que eran la parte más primordial de su programa de Gobierno. La reforma tributaria ya fracasó, y el “pacto fiscal” que la reemplazó no ha podido avanzar. Y tampoco lo va a hacer porque no cuenta con los votos, pero necesita la dialéctica, para poder culpar a alguien (La Derecha) por su absoluto fracaso como Presidente. Así que no es de extrañar que sigamos viendo varias nuevas intentonas y recriminaciones durante los siguientes dos años, es parte del ADN de la izquierda, y especialmente de un Gabriel Boric descompensado por enterrarse que ha fracasado en todo. Y a pesar de eso, seguirá recibiendo decenas de millones de pesos hasta el día de su muerte, solo por haberse sentado en La Moneda aparentando ser un Presidente.