- Por Gabriel Fuentealba Beltrán, Director Ejecutivo Centro Cristiano Servicio Evangélico.
Lo que hoy presencia Chile no es una simple coincidencia legislativa. Es una ruta política trazada con precisión: una caravana de la muerte promovida desde el Gobierno del presidente Gabriel Boric, impulsada por el Frente Amplio y respaldada por sectores de la izquierda chilena.
En paralelo, y sin pudor, se anuncian proyectos de aborto libre y eutanasia, en un contexto donde ya se ha eliminado el bono bodas de oro, símbolo del compromiso matrimonial y de la estabilidad familiar. Quieren eliminar a los más vulnerables —niños por nacer, enfermos y adultos mayores— mientras debilitan la familia, el núcleo más elemental de nuestra sociedad.
Este no es un debate técnico. Es una confrontación profunda sobre el valor de la vida humana. Bajo eufemismos como “dignidad” o “autonomía”, se busca legalizar el descarte, institucionalizar la muerte como política pública y relativizar la existencia según criterios utilitarios o ideológicos.
Pero Chile no está obligado a seguir esta ruta. Aún hay voces que se alzan. Desde el Centro Cristiano Servicio Evangélico, junto a parlamentarios y ciudadanos conscientes, defenderemos la vida en cada etapa, desde la concepción hasta la muerte natural. No aceptaremos que el país avance por este camino de decadencia moral disfrazado de progreso.
La historia juzgará esta generación política. Algunos pasarán como los que promovieron leyes de muerte. Otros seremos recordados por haber dicho basta. Porque cuando la vida está en juego, el silencio es complicidad.
