Según el informe publicado por “The Future Laboratory” junto a la empresa Intrepid, existiría una “solución” para limitar la cantidad de carbono que los viajeros emiten cada año. Y esta solución es nada menos que los anunciados “pasaporte de carbono”, una teoría de cómo se estaría intentando controlar a la humanidad desde organismos internacionales y, que serviría para limitar todas las actividades de las personas, siempre bajo el marco de una eventual catástrofe provocada por el hombre sobre el planeta tierra.
De esto se viene hablando desde hace algunos años en medios a los que las autoridades catalogan como “conspiracionistas”, sin embargo la idea ya comienza a tener eco en medios tradicionales como CNN o Business Insider, y otros medios norteamericanos que comienzan a hablar del pasaporte de carbono y promocionar la idea, con el objetivo de ir normalizando las “necesarias restricciones” a la población, en principio reactiva, y gradualmente comenzar a naturalizar la propuesta. De acuerdo a la opinión de quienes vienen siguiendo este tema con visión crítica acerca de cuáles son los verdaderos objetivos de la agenda del “cambio climático“, la estrategia es utilizar el esquema conocido como Ventana de Overton.
La ONG Intrepid, sostiene que “reducir las emisiones personales de carbono podría ayudar a prevenir la contaminación y la ‘extinción’ de destinos vacacionales en el mundo, por lo tanto considera que “si cada individuo soportara el impuesto de sus viajes, se volvería más igualitario y regenerativo”.
Por otro lado, la Organización Mundial del Turismo (OMT) y otros organismos globales como la OMS, sostienen que el 29% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero en 2021 “provinieron del transporte, incluidos vuelos, trenes y automóviles”, y afirman que ni los gobiernos del mundo ni las agencias de viajes “se acercan todavía a cumplir con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, junto con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”, que marca los criterios para alcanzar los objetivos que “aminoren el Cambio Climático” y las “Emisiones de Carbono”. Estas organizaciones ven con buenos ojos la implementación progresiva del pasaporte de carbono en los diferentes países.
Alex Hawkins, el editor de previsión estratégica de The Future Laboratory (consultora que escribió el informe mencionado), dijo que dicho “pasaporte de carbono” podría ser “necesario eventualmente”.
“El proyecto se basa en la idea de asignaciones personales de carbono” y agregó que “impondría un límite a la cantidad de carbono que las personas pueden emitir durante un cierto período de tiempo”.
Cabe remarcar que el Parlamento del Reino Unido diseñó una idea similar en un informe de 2008 titulado: “Comercio personal de carbono”. “Los pasaportes de carbono han llevado esa idea un paso más allá, porque implicarían rastrear y limitar las emisiones de carbono de los viajes, específicamente”.
La Agenda 2030 se acelera en el mundo, y significa restricciones a las libertades de los seres humanos, especialmente en aquellos países en los que sus Gobiernos han cedido la soberanía y el control a estas organizaciones internacionales que están tras la creación de un nuevo orden mundial con el único objetivo de tomar el control sobre las personas, los territorios y sus recursos.
Chile, por ejemplo, es uno de los países que se ha mostrado más sumiso en el planeta ante esta nueva ideología ecocentrista. De hecho, en la propuesta constitucional que se plebiscitará este 17 de diciembre, el texto impone integrar las disposiciones emanadas de estas organizaciones internacionales para combatir el “cambio climático”. De ganar el “a favor” en ese plebiscito, Chile se convertiría en el primer y único país del mundo en constitucionalizar esta idea y, con ello probablemente también el primero en implementar los pasaportes de carbono para sus ciudadanos, restringiendo y quitando libertades.