El buenismo y discurso de justicia y sororidad de la alcaldesa de la comuna sur de Santiago se desvanece al interior de su municipio con la limpieza y salida de muchos funcionarios, varios de ellos mujeres víctimas de acoso laboral y psicológico.
Es un periodo en que muchos y muchas ediles sacan a relucir su mejor cara, esa donde sólo se muestra lo bonito de la comuna. Discursos cautivadores y el compromiso de mejoras que ayuden a sumar un eventual voto que puede definir la llegada o permanencia en el apreciado sillón municipal.
Es el caso de La Pintana, donde su mediática representante, Claudia Pizarro, levanta su permanente discurso de igualdad y derechos para sus vecinos, mostrándose contraria a la exclusión y la discriminación, o derechos laborales para sus pintaninos, sin embargo, todo ese discurso de buenismo consumado no se refleja al interior de su administración y desde hace ya un tiempo dejó ver su otra cara, esa que no conocen los medios ni muchos de sus fans.
Y en este cambio de imagen las más dañadas fueron precisamente las profesionales mujeres. Su exjefa de prensa, Leslie Neira presentó en el 2022 una demanda por acoso reiterado por parte de la edil y de su equipo asesor. Las amenazas incluso se produjeron mientras la periodista se encontraba en etapa de gestación de su hijo, fruto de una relación con otro funcionario municipal, que Pizarro no aceptaba o no quería para su ex asesora comunicacional.
Igual situación vivió Daniela Alvarado, periodista del Departamento de Educación, quien denunció ser víctima de acoso en su área por parte de la jefatura, situación que fue desatendida por la alcaldesa quien no encontró mejor manera de apelar a la sororidad que despedirla, para así acallar el tema y evitar investigaciones complejas. En tanto, Maritza Contreras, exfuncionaria de Dideco, agobiada por los tratos de su jefe de turno Juan Ignacio Olave (ahora director de Seguridad humana) optó por el autodespido, privilegiando su salud mental por mantener un trabajo.
Hace poco fue el turno de Verónica Tapia, exdirectora de Cultura, la que terminó cansando a la administración, pese a su impecable labor durante seis años al mando de levantar el Teatro Municipal, un área con la cual la regente pintanina se ufana permanentemente en los medios, pese a que ella en su época de concejal se manifestó contraria a la instalación del edificio porque el proyecto fue creado e impulsado por ex alcalde Jaime Pavez.
Para la directora de Cultura había llegado la hora de “cortarle la cabeza” como lo evidencia un audio filtrado de Constantino Muñoz, ex funcionario del mismo Pavez, quien se arrimó al árbol de Pizarro como “asesor” para así poder manejar la alcaldía desde las sombras. Así, muchos profesionales se vieron y se ven expuestos a las amenazas y abusos de toda esta cofradía municipal. Claro, ellos no contaban ni cuentan con un sistema de seguridad 24/7 personal, como si lo tiene la connotada señora alcaldesa, muchos de ellos sólo levantaron la voz para denunciar lo que les parecía incorrecto o injusto.
Así fue el desmantelamiento de varias áreas, como la salida del jefe de finanzas Manuel Gatica, con casi 30 años en su cargo, funcionarios en Dideco, Seguridad Humana, Deportes, Salud, Relaciones Públicas y en la misma alcaldía donde el desfile de jefes de prensa y profesionales ha sido constante, producto de los desacuerdos con la administración y gabinete. Profesionales despedidos incluso con licencias médicas vigentes, otros con más de 150 horas extras realizadas sin pago ni compensación.
Con este escenario, el concejo municipal pintanino ha estado expuesto de manera permanente a la aprobación o no de recursos municipales para el pago del sinnúmero de demandas realizadas por varios profesionales que han visto una injusta resolución en sus casos. De hecho, y a modo de ejemplo, la demanda subsidiaria de la señora Neira ascendió a $55.656.695 a costa de las arcas pintaninas.
“En la Pintana los sueños se cumplen”… repite de manera sistemática la oriunda de Pablo de Rokha, aunque para muchos trabajar junto a ella y su círculo, el sueño fue una verdadera pesadilla.