Si bien el plátano es una de las frutas más importadas y consumidas en nuestro país, es difícil desarrollar un cultivo en el territorio nacional, debido a las condiciones climáticas.
El plátano, más que una simple fruta, se revela como un auténtico tesoro nutricional, destacando por su riqueza en carbohidratos, fibra, potasio, vitamina C y vitamina B6. Este fruto no solo se erige como un aliado en la prevención y tratamiento de diversas enfermedades, como la anemia, la hipertensión, el estrés y la depresión, sino que también despliega su importancia como pilar económico para los agricultores locales que lo comercializan en los mercados de la región.
No obstante, el cultivo del plátano se enfrenta a desafíos considerables, especialmente en regiones con climas no propicios, como es el caso de Chile.
La planta de plátano, una herbácea perenne imponente con tallos subterráneos que dan vida a hojas y flores, requiere condiciones climáticas específicas para prosperar. Una temperatura media anual de 24 a 30°C, humedad relativa del 80 al 90%, y una precipitación anual de 1.000 a 2.000 mm son condiciones que se encuentran principalmente en zonas tropicales y subtropicales, siendo India, China, Filipinas, Ecuador y Brasil los líderes mundiales en producción.
En contraste, el variado escenario climático chileno, que abarca desde el desierto más árido hasta glaciares en el sur, presenta un clima templado con estaciones marcadas y baja humedad.
Estas condiciones, a pesar de su diversidad, no son ideales para el cultivo natural del plátano. Sin embargo, los chilenos han adoptado el plátano como una fruta importada que se integra de manera versátil en su dieta diaria.
Gabriel Massuh Isaías, dueño de la importadora frutícola Bagno, subraya este punto: “A pesar del clima y de la imposibilidad de cultivar esta fruta en Chile, el plátano siempre ha sido la preferencia de muchos chilenos, lo que se refleja en las grandes cifras de importación que tiene”.
Ante las condiciones climáticas de nuestro país, la posibilidad de cultivar plátanos en Chile mediante invernaderos bien diseñados surge como una alternativa, aunque no exenta de controversias. Este enfoque, si bien ofrece una solución aparente a los desafíos climáticos, conlleva costos considerables, tanto económicos como ambientales.
Los invernaderos, al demandar cantidades significativas de energía y agua, así como generar emisiones de gases de efecto invernadero, plantean interrogantes éticas y prácticas en la búsqueda de soluciones sostenibles. La viabilidad a largo plazo de esta práctica se debe sopesar cuidadosamente, considerando no solo los beneficios económicos inmediatos, sino también el impacto a largo plazo en el medio ambiente y la ética del cultivo.
