Por: José López, abogado y candidato a la dirección del Comité Central de Convergencia Social (CS), lista Convergencia con Todes
Los resultados del plebiscito de salida del 4 de septiembre para contar con una nueva Constitución nos dejaron cifras históricas de participación con 13 millones de ciudadanos y ciudadanas, llegando al 86% del padrón de un total de más de 15 millones habilitados para sufragar.
El resultado, se inclinó por el rechazo (62%), y aunque no es el mejor corolario para quienes nos la jugamos por el Apruebo a la Carta Magna emanada de la Convención y pedida a gritos desde la calle, aquí ganó la democracia chilena como señaló el Presidente de la República, Gabriel Boric, en su discurso en la ONU: Se escuchó la voz del pueblo, se vivió un proceso transparente, y se disiparon todas las dudas sobre alguna posibilidad de fraude como se especuló días antes de la votación, queriendo manchar el rol impecable del Servicio Electoral (Servel), que es un ejemplo y referente para otros países.
El plebiscito nos dejó muchas lecciones y desafíos para el nuevo proceso constituyente que se está discutiendo en la actualidad en el Parlamento, sobre todo para los partidos políticos. Necesitamos escuchar al pueblo, trabajar en conjunto para satisfacer sus demandas y no perder nunca el mandato que nos entrega la ciudadanía con el voto, más allá de las conversaciones o ideas preconcebidas que se estén discutiendo dentro de las tiendas políticas. Muchas veces parecemos creernos dueños de la verdad, y hacemos oídos sordos a las mayorías que apuestan por cambios más graduales y por el diálogo con todos los actores, tal como señaló nuestro Primer Mandatario.
Considerando la opinión de mujeres, hombres, incluso niñas y niños se podrán generar las políticas de transformación, tanto en materia de derechos sociales (que son muy relevantes para todos los estamentos sociedad) como también en repensar en la forma de gobierno, buscando que la coalición que salga elegida pueda realizar su programa. De qué sirve llegar a la primera magistratura del país si es que el sistema político instala, aún hoy, una serie de cortapisas u obstáculos que no permiten finalmente llevar a cabo un proyecto transformador como el de nuestro Presidente Gabriel Boric o cualquier otro.
Necesitamos que los partidos, incluido -como no- el partido del gobernante, Convergencia Social, seamos capaces hoy de abrir el diálogo para que las organizaciones sociales extraparlamentarias en Chile tengan una voz a través de nosotros y estén presentes en las discusiones para el nuevo proyecto de Carta Fundamental. Similar a lo que ocurrió con la Convención Constitucional.
Como Convergencia Social tenemos que insertarnos en los territorios, porque sin ellos no podemos escuchar a la gente. Uno de los grandes problemas de la política es la falta de validación de la gente, alcanzando un magro 4% en las últimas encuestas relacionadas con la confianza hacia los partidos políticos. Nosotros proponemos estar en los territorios, trabajar con las juntas de vecinos, clubes, etc., escuchando incluso a quienes no participan de ninguna organización, trabajando para ellos de espalda a las elites. Debemos adaptarnos finalmente a los tiempos actuales, es decir, a la nueva forma de comunicarnos de manera virtual y remota como lo hicimos durante la pandemia.